( O de cómo iniciar la cultura del respeto a los derechos del autor dramático)
Con todo mi cariño y reconocimiento
a Circee Rangel, Karla Constantini,
Magdalena Rodríguez , Sergio Murillo
y Viridiana Lozada
No olvido el día en que Perla Szuchmacher cruzó la puerta de una de las oficinas del INBA donde teníamos una reunión como jurado de un concurso Agitaba en su mano, feliz, el cheque que le acababa de enviar un grupo de Oaxaca: eran doscientos pesos a cuenta de derechos de autor.
Y entiendo plenamente su contento. Con el pago de derechos de autor, por más magros que estos sean, uno celebra muchas cosas.
¿Qué celebramos los autores y autoras? Primero, nuestra capacidad de generar trabajo para uno mismo y para otros…el contento de saber que nuestra escritura es digna de ser recompensada económicamente y de darnos sustento… celebramos la decencia y honestidad de un grupo de compañeros y artistas que, en consecuencia y justicia, nos retribuye la parte que nos corresponde del sagrado diezmo de la misa escénica.
También celebramos, cuando estos recursos provienen de instituciones del estado y llegan a nosotros en tiempo y forma, la existencia de funcionarios de cultura que sí funcionan y que comprenden que la razón de la existencia de su cargo somos nosotros, los que realizamos el trabajo creativo y no al revés.
En el extremo contrario, existen funcionarios y grupos que nos tratan como muertos de hambre o como si fuésemos millonarios. No mueven un dedo en sus obligaciones con los autores y esperan a que nos coloquemos en la posición de pedigüeños, como si de una limosna se tratara. Otros, consideran que los pobres son ellos… que los que ideamos el texto que sustenta su montaje no necesitamos ni merecemos ser retribuidos por nuestro trabajo, porque a final de cuentas, ellos son los que “están trabajando”.
Y como paradoja, los peores enemigos del dramaturgo, sin proponérselo, terminan siendo colegas escritores… poetas o narradores que reciben regalías por edición y que, como su aspiración es el libro y no la escena, no les importa no cobrar por la escenificación de sus textos que nacieron como narración, juzgando que es un honor que alguien haga la “adaptación teatral” de su texto y lo ponga en escena.
Los derechos sobre una obra intelectual y artística no son sólo económicos sino morales y espirituales… lo que yo escribo es lo que soy, mi postura frente al mundo y la vida. Mi ideario. Si alguien lo manipula y utiliza con fines distintos a los que yo decidí, estoy aceptando mi propia manipulación. Si un director, tras montar mi texto decide no dar una función de dicho texto porque el tema es difícil y puede incomodar a “las buenas conciencias” que le proveen de funciones, pues que monte una versión de Winnie Pooh, pero que deje mi texto en paz… y, claro, que se eche un round con los abogados de Disney.
Generar un texto, por otro lado, es una tarea complicada y a veces dolorosa… hay que leer mucho, documentarse, intentar borradores, romper y tachar muchas hojas antes de que llegue el momento del gozoso y/o doloroso parto. No me quejo, solo quiero dejar en claro que es un trabajo que exige esfuerzo, que no hay musas obreras trabajando a destajo.
Escribir un texto no es proceso de una semana, aunque la escritura se cumpla en ese plazo. A algunos autores les lleva varias semanas, meses o años de idear, ordenar y trabajar… y cómo sea, es un trabajo las más de las veces ingrato por la cantidad de esfuerzo que conlleva y por lo que uno sabe que le espera a su escritura al final del proceso: un cajón donde el texto dormirá algunos meses o hasta años, mientras nosotros tocamos puertas, convencemos a grupos o creadores escénicos de sus virtudes, lo metemos a concursos que muchas veces no ganarán o aceptamos que se editen por nada.
Si el texto sube al penthouse de la edición, los riesgos se acrecientan: sabemos que cuando salga a la luz, habrá quien lo monte y decida no avisar pero que venda “sus funciones” sin dar el diezmo al dramaturgo… luego vendrán los directores creativos que harán sus “adaptaciones” recortando sin ton ni son lo que en su momento fue gestado con tanta dificultad… o peor aún, habrá quien no se contente con recortar, sino que secuestrará el texto, cambiando nombres a los personajes y a la obra, mutilando y violándolo hasta hacerlo pasar por suyo.
Bueno, yo sugiero a quienes no quieren pagar derechos al autor por considerar que nuestro trabajo no merece ser remunerado, que gesten su propio texto ya que en tan poco tienen a la figura del autor. Que se conviertan en autores, a ver que tanto les dura el menosprecio.
En los momentos que escribo esto, al menos cuatro grupos y/o personas en diferente latitudes, me están robando el producto de mi trabajo.
Y si SOGEM, INDAUTOR y las propias instituciones estatales resultan ser una nulidad en esto de defender a los creadores pero están presta a cobrar porcentajes a los asociados, tarifas por hacer nada o a pararse el cuello con el número de "población beneficiada" con las actividades artísticas. Mientras estas instancias son lerdas y torpes al defender mis derechos, por fortuna yo tengo la palabra de mi lado para hacerlo y señalar a quienes los han vulnerado.
Yo soy feliz cuando recibo regalías, porque me justifica en mi quehacer y en mi existencia. Pocos saben el inmenso placer de acudir a una tienda y comprar un litro de leche y un cuarto de jamón con el producto de mis letras… ante mis ojos la leche y el jamón resplandecen y me los como como si fueran maná del cielo. Por ello es que me indigno cuando personas físicas y morales, como las que a continuación mencionaré, se burlan, pasan por encima de mis derechos, transan, roban y lo peor: PLAGIAN.
Y pondré nombres porque esto es una denuncia, porque otros han pasado por sus garras y los han dejado hacer, porque creo que su accionar no puede quedar impune. Ya no más.
Y pondré nombres porque esto es una denuncia, porque otros han pasado por sus garras y los han dejado hacer, porque creo que su accionar no puede quedar impune. Ya no más.
Comenzaré el peor caso de todos: CONTARTE, de Tlaxcala, con un historial abusivo respecto a sus integrantes e invitados. Arturo Pulido Arteaga, quien dirige a este grupo, primero volvió mi obra, “Valentina y la sombra del diablo” mercancía de cambio para su propio beneficio, sin importarle la naturaleza del texto. Transigió para NO presentarla donde el problema de esclavitud y trata de personas era fuerte (¿ensayar para no presentarse?)
Y sí bien, él estaba en su derecho a negociar sus presentaciones, yo estaba en mi derecho de retirarle la autorización por considerar afectados mis intereses, que como no son exclusivamente económicos como los suyos, NO SON negociables.
Y sí bien, él estaba en su derecho a negociar sus presentaciones, yo estaba en mi derecho de retirarle la autorización por considerar afectados mis intereses, que como no son exclusivamente económicos como los suyos, NO SON negociables.
Si mi obra no se presentaba en los municipios afectados por la trata de personas, no se presentaría en ninguno. Pero este individuo, a pesar de haberle hecho la petición expresa de que no aceptara cambiar mi obra por otra que no incomodara a los lenones de dichos municipios, negoció y aceptó dar funciones de otra de sus obras en lugar de la mía.
Entonces no entiendo el anuncio, con bombo y platillo, hecho por el gobierno del estado de Tlaxcala, de que "Valentina y la sombra del diablo" era parte de las estrategias para combatir la trata de personas… ¿y entonces? ¿Por qué cambiarla por otra? Claro, miedo a represalias por parte de grupos delictivos. Si tienen miedo es que carecen de dicha estrategia y entonces que no se pongan a anunciar por todo lo alto sus “acciones”… y que no usen mi obra con fines politiqueros.
Entonces no entiendo el anuncio, con bombo y platillo, hecho por el gobierno del estado de Tlaxcala, de que "Valentina y la sombra del diablo" era parte de las estrategias para combatir la trata de personas… ¿y entonces? ¿Por qué cambiarla por otra? Claro, miedo a represalias por parte de grupos delictivos. Si tienen miedo es que carecen de dicha estrategia y entonces que no se pongan a anunciar por todo lo alto sus “acciones”… y que no usen mi obra con fines politiqueros.
Por otro lado, este individuo me estuvo ocultando, por años, funciones que había dado para no desembolsar nada respecto a derechos. Y cuando la ruptura tuvo lugar por acallar lo que Valentina tiene que decir, este señor, en un acto de total deshonestidad e indecencia, sigue dando funciones de mi obra, cambiándole el nombre.
Por favor, instituciones, no se hagan partícipes de su impunidad y falta de respeto a la ley de derechos de autor, no contraten a este individuo o su grupo si intentan venderles una obra “sobre abuso sexual infantil” con nombres tan malos como “Lucía y el temor de sus miedos”.
Por favor, instituciones, no se hagan partícipes de su impunidad y falta de respeto a la ley de derechos de autor, no contraten a este individuo o su grupo si intentan venderles una obra “sobre abuso sexual infantil” con nombres tan malos como “Lucía y el temor de sus miedos”.
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Agustín Macuitl, quien a sabiendas de que la obra era un plagio, de cualquier modo la programaste en un festival cultural realizado en San Martín Texmelucan... ¿Dónde la ética del creador de teatro, Agustín?
Y la lista sigue:
Y la lista sigue:
Mario Deance, que en un concurso en Tamaulipas, presentó un fragmento de Valentina (lo mismo, sin haberme solicitado autorización)… en una versión terrible de la obra. Dio, además, muestras de su deshonestidad desde el principio al afirmar que había estado en el Festibaúl por invitación directa de Elvia Mante… y esto lo afirmaba, sin empacho, frente a la mismísima Elvia Mante, a quien por supuesto, no conocía. Pese a que le negué autorización, no le importó, montó la obra y vendió funciones a escuelas, burlando otra vez, mis derechos.
Un mensaje para Nancy Cambambia de Veracruz… hay montajes sin fines de lucro que no causan derechos económicos, pero montar un texto de un autor vivo, genera obligaciones morales y la primera es solicitarle permiso para montar la obra. Te envíe dos mensajes felicitándote por la selección de El Yeitotol en el marco del Encuentro de grupos infantiles de teatro… mismos que no tuviste la educación de responder.
Lo repito. No soy cobradora ni abonera, ni pido limosnas. Sólo cobro mi trabajo, lo que la ley dice que me corresponde ¿es tan difícil de entender?
En el otro extremo, están los grupos de artistas que cumplen con sus compromisos, que pase lo que pase, incluso cuando no hay suerte en la taquilla saben que el autor también come. Por fortuna, son mayoría y por ellos también hago esta denuncia, porque no usan sus esfuerzos y gastos como pretexto para no pagar, sino como motor para buscar más funciones… y no es justo que otros, con más recursos, no paguen.
Y aunque son muchos, en este espacio quiero agradecer, abrazar y reconocer a Circee Rangel y Karla Constantini, directoras de La Valentina Teatro Social (creo que el nombre del grupo ilustra la relación de cariño y respeto que tenemos) guerreras del teatro que siempre andan haciendo malabares para hacerme llegar la leche y el jamón o cuando no hay tanta suerte, el cuarto de tortillas, pero eso sí, comemos todos. Las quiero, chicas.
En Colombia, la Maestra Magdalena Rodríguez y Sergio Murillo del Baúl de la Fantasía también se suman a los creadores respetuosos de los derechos de autor. Talentosos amigos y gente honrada, me enorgullece conocerlos.
Y de las nuevas generaciones, Viridiana Lozada, nueva directora que montó “Máquina 30000” y que me buscó para entregarme mis 50 pesos de ley, mismos que tengo guardados porque para mí son más valiosos que un centenario por lo que significan. Bravo, querida Viridiana. Así se hacen las cosas: con honradez. Eres el guante blanco…
Procuro no generar conflictos, soy paciente en los trámites siempre y cuando no rayen en lo kafkiano, me gusta hablar de persona a persona, arreglar las cosas, acordar… pero cuando el abuso y la deshonestidad dejan su impronta en la relación, no hay negociación posible y recurro a la vía legal, que como la tortuga de la aporía de Aquiles, va a tardar, pero va a llegar antes que él.
POR LOS DERECHOS DE LOS AUTORES
POR UNA VERDADERA FUNCIONALIDAD COMO ARBITRO E INSTANCIA LEGAL DEL INDAUTOR.
(Les agradeceré mucho que compartan, reenvíen, posteen este escrito)
(Les agradeceré mucho que compartan, reenvíen, posteen este escrito)
Que el trabajo genere trabajo y no degenere en avaricia; gracias Vero, la legalidad ciertamente no está en las legislaciones sino en el poder político de cada uno de nuestros actos, así que el cosmos retribuya a quien hace fluir el fruto y origen de su trabajo.
Ya tendrá que responder el ITC...