Hace poco más de ¿? ...ya ni lo recuerdo, Everardo me convenció de utilizar una aplicación de facebook: Farmville.
Yo ya había ingresado al mundo de las evasiones consumistas vía Pet Society, pero la abandoné pronto... me causaba una gran angustia luchar incansablemente por conseguir monedas para conseguir un montón de cosas inservibles que le daban status a Chespier, mi mascota. Ya tenía bastante con hacer eso en la vida real.
Así que abandoné el mundo de supermercados, mueblerías y casas en permanente construcción para irme a respirar el aire puro del campo... compré mis parcelas de pixeles en el sueño campirano de farmville. Me convertí en una redneck virtual.
Pero, en el fondo, todo era lo mismo: horas dedicadas a sembrar lavanda y frijoles, acumular puntos para comprar una cabaña mejor, obtener fuentes, estatuas... ahorrar incansablemente para adquirir los artículos de temporada: arcos de corazones para San Valentín, bancas, casas, restaurantes verdes y tréboles de cuatro hojas para el día de San Patricio ¡ ni una sola fiesta nacional!.... y en Navidad era peor... ¡jamás imaginé tal cantidad de productos para el consumismo campirano!...
Pero las metas jamás se alcanzan en el mundo del deseo... ¡qué bien nos conocen los publicistas y los desarrolladores de juegos! cuando el caballo de tiro alcanza la zanahoria, delante de él aparece una manzana, roja y suculenta.
Tras intercambiar cerezos y ciruelos, comprar una cabaña rosa y buscar incansablemente semillas de mariguana virtual para sembrar (no veo otra forma de lograr ser un nivel 65 en este juego) hoy decidí abandonar la granjita de las aspiraciones.
En el siguiente post... mi humilde análisis de la ilusión de ser rico y honrado trabajador en el mundo virtual (es decir, la doble ilusión)
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