No pueden pasar las cosas sin dejar su cicatriz. Todo accidente tendría que modificarnos hasta el alma... si mis manos se laceran dos semanas, debería tener mayores consideraciones para quienes no tienen manos, si caigo y alguien me ayuda a levantarme, los que caen deberían tener la seguridad de mi ayuda.
Me he hecho un decálogo... mismo que no sé si cumpliré. Pero haré el intento, siempre.
Los decálogos suenan bien, sobre todo para infringirlos... parece poca tarea cumplir diez tareas, ser fiel al compromiso de cumplirlos toda una vida es aterrador. Como digo, no sé si podré con esa tarea, pero voy a intentarlo.
Tres o cuatro intenciones bastarían, con esas tendría para entretenerme un rato. Pero no... miras alrededor y nada basta, nada es suficiente. Nuestros lados oscuros ganan terreno, se regodean y se rodean de indiferencia y apatía. Al mundo no lo pierden los demonios, lo perdemos nosotros con nuestras decisiones.
Reconozco que hay algunas intenciones que suenan irrisorias o imposibles. De eso se trata, de poner por meta lo imposible.... y por eso les llamo intenciones y no mandamientos. Ya la vida se reirá de mi cuando fracasé en una de ellas.
1.- Controlar todo arrebato. Callar y esperar la calma antes de decidir nada.
2.- Jamás pasar de largo ante el dolor, sobre todo si puedo hacer algo para disminuirlo.
3.- Salir media hora antes por si necesito tiempo para a ayudar a alguien.
4.- Escribir más, escribir siempre.
5.- Jamás tomar la vida de nadie, ni humano ni animal.
6.- Hacerme cargo de tres seres vivos, humanos o animales.
7.- Hacerme cargo de diez plantas.
8.- Escuchar con paciencia a los ancianos, darles tiempo.
9.- Tener tiempo para mi familia y mis amigos. Siempre.
10.- Acudir al llamado de quien me requiera con urgencia, en ese instante.
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