Te maté, mi hermoso... te maté.
Yo que debería haberte defendido
porque tenía tu vida en encomienda
Te recibí un enero...
¿qué cuentas voy a dar, carajo, sobre tu vida?
Ya quince días sin tí...
quince largos, interminables, torcidos días
No me consuela nada, Grendel...
No me convence nada de lo que me digan.
Te maté, me lo digo yo cada mañana y cada noche
Me lo dicen tus ojos en cada fotografía... desde ese día, parece que tus fotos me recriminan
haberte quitado días sobre la tierra.
¿De que sirvieron desvelos y cuidados?... te libraste del veneno, de la calle, de un atropellamiento, estuve ahí. Todo a la basura por el aliento de la ira y el impulso.
Tus ojos, desde las fotos, se preguntan porque tan excesivo castigo. Incluso a quienes mordiste alguna vez, te perdonaron. ¿y yo?
Ya no habrá quien me reciba con alegría infinita ni llore cuando me vaya cada mañana. hay un collar que no estrenaste, que reservaba para cuando al fin pudiera yo caminar y sacarte a nuestros paseos diarios por el parque. Eso también se fue, no más días de sol los dos juntos, querido Grendel, por la estupidez insólita de tu ama.
Me dueles hasta la médula... la culpa, Gren, la culpa.
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